Historia de Ø
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~ocio~
sobre el libro
A pesar de sus reducidas dimensiones, en Ø hay gran oferta de actividades de ocio y de tiempo libre que van desde la escalada, el esquí y el piragüismo, hasta el coro, las clases de punto y los clubes de lectura.

Así responde una de las habitantes de Ø a la pregunta de a qué jugaba de pequeña:

Pues a cosas normales, supongo. A las familias, a cocinar, a los pescadores, a buscar piedras con formas bonitas, a hacer coronas de flores. Lo mejor era cuando nevaba y hacíamos casas en la nieve. No como te imaginas, ¿eh? No como los castillos de arena. Dibujábamos la planta con los pies, así, a pasitos, pim, pim, pim, delimitábamos las habitaciones y después las amueblábamos, también con nuestras huellas. Así eran nuestras casas: un conjunto de rayas cerradas y rayas abiertas (porque por algún sitio había que salir a la calle) relleno de formas irregulares que hacían las veces de cama, de sofá y de cocina. Nos pasábamos horas con ese juego. Cuando teníamos los guantes tan húmedos que nos dolían las manos y el culo tan frío que bien podría no ser nuestro, entrábamos en casa, en una con paredes, en cualquiera. Lo mismo daba que fuera la mía o la de una de mis amigas, y le pedíamos a la madre de turno que nos hiciera la merienda. Merendábamos lo que hubiera: manzanas, un vaso de leche, pan con queso o, si teníamos suerte, un trozo de tarta o unos bollos de canela.